Vida y obra del venerable Álvaro del Portillo. (Parte 3)

septiembre 13, 2014 8:37 am Publicado por

La ponencia sobre la vida de don Alvaro del Portillo que será beatificado el próximo 27 de septiembre la hemos dividido en partes que entregaremos a ustedes con mucho gusto, ya que la autora, la alumna María Turner Larrínaga ha expresado las virtudes que vivía don Álvaro y cómo las puede vivir una joven como ella. 

(Aquí puede ver la primera y segunda parte de la ponencia)

Tercera Parte de la Ponencia: Vida y Obra de Don Álvaro del Portillo

Virtudes Humanas

La Justicia, es darle a cada quien lo que le corresponde. Esta virtud la tenemos por naturaleza estando orientada hacia el bien, sin embargo, tiene la necesidad de formarse, es decir, educarse para que se lleve a cabo con la verdad.

La paz vendría siendo un fruto de la justicia, por eso hoy en día en las noticias y en nuestro alrededor existe una falta de verdadera justicia en todos los niveles  personales porque no se lleva a cabo con la verdad.

En la primera parte del libro de David Isaacs, La Educación de las virtudes humanas II, habla de que el justo se esfuerza día con día para darle a los demás lo que es debido, de acuerdo con el cumplimiento de sus deberes y de acuerdo con sus derechos como personas (a la vida, a los bienes culturales, morales y a los bienes materiales), como padres, como hijos, como ciudadanos, como profesionales, como gobernantes, etc., y a la vez intenta que los demás hagan lo mismo.

El cristiano es justo, es decir puede vivir en la verdad con el prójimo; se sabe entre miembros de la Iglesia, en el Pueblo y en toda Comunidad.

En la justicia vemos dificultades y ventajas, una de las ventajas es que ayuda a que respetemos nuestros derechos, hace que cumplamos nuestros deberes, y pide que seamos personas sencillas, sinceras. Si en nuestro mundo se viviera esta virtud, hubiera un bienestar casi completo, y es a lo que nos invitaba Don Álvaro, a que fuéramos personas justas, personas que siempre pensemos en el bienestar del otro.

La fidelidad de don Álvaro a las enseñanzas del Magisterio fue total, siguiendo el ejemplo que, sin exageración, en este caso sí que se debe calificar de profético de San Josemaría. Además, sin ignorar los abusos o la difícil situación de determinados ambientes eclesiásticos y civiles, se propuso actuar siempre confiando en la ayuda omnipotente de la gracia en todo lo que se fuera posible, para superar aquella situación. Defendía la libertad personal, religiosa, cultural, económica, política, educativa, de expresión, etc. Por ese motivo, nos dejaba demostrar su desacuerdo con los que pretendían limitar o cuartar la legítima libertad de otros.

Dirigió este empeño no solo en su labor dentro del Opus Dei, sino también con otras personas.

 

Autora: Alumna María Turner Lárrinaga, Liceo Thezia, Hermosillo

 

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